domingo, 10 de julio de 2011

Un pequeño gran record del mundo

Tengo un pequeño gran record del mundo. Un record que me permite salir a la calle con la cabeza bien alta. 
Tengo un gemido para el hueco de tu cuello, un gemido nasal que retumba en la boca, en la garganta... Un record que nadie más en este momento tendrá.

Pero ya no sé muy bien si es mi record o es el tuyo. Es posible que sea una marca compartida.

20 comentarios:

  1. orgasmos seguidos como las mujeres seria bacan :)

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  2. Parece que va a ser un entrenamiento muy duro...

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  3. Yo quiero una mujer como la de la foto... ¿es muy cara?

    Siempre suyo
    Un completo gilipollas

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  4. Todo requiere un esfuerzo.
    Y eso también.
    Hay que entrenar.

    Saludos.

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  5. Of course Damian, en la próxima creación del ser humano que alguien se acuerde de hacer a los hombres multiorgásmicos. No sé como a Dios se le pudo pasar eso :O

    Kami lo de la dureza va con segundas?

    CG. Carísima! Le pedirá que le conjugue algún verbo de la primera declinación todos los días...ah y el verbo reír a todas horas. Carisima repito. ;)

    TORO, por supuesto... hay que practicar para que las cosas salgan bien pero es un entrenamiento que se hace con gusto.

    Un beso azul

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  6. Que como se satisface a un hombre, es lo mas facil del mundo, si somos basicos....
    1.. Con sexo. (Importante tras una buena corrida no se debe preguntar nada )
    2. Gastronomicamente.
    3. Respetando sus espacios futboleros, alonsitas, del tour, ya sabes esas cosas.

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  7. Cuando sea grande quiero ser igual de sexy que la chica de esa foto.

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  8. Dr. Mikel creo que basicámente podría satisfacer los puntos 1, estoy capacitada fisiológicamente ;) y 3 también estoy capacitada para respetar cositas... pero me temo que el 2 es impensable.... Gracias a Dios que existe la comida para llevar ;) Beso

    Yo creo que ya lo eres Espérame... Tal vez el elemento sexy sea el sillón de cuero ;)
    Beso

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  9. Indudablemente para llevarse el guiness e incluir algunos records mas especiales... Besotes!!!

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  10. Esto es como las olimpiadas, lo importante es participar! Y si hay que entrenar duro, pues se entrena.
    un saludo

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  11. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
    para
    compartir
    contigo
    tu
    bello
    blog
    con
    un
    ramillete
    de
    oro
    y
    claveles
    dentro...


    desde mis
    HORAS ROTAS
    Y AULA DE PAZ


    COMPARTIENDO ILUSION
    EFECTOS ESPECIALES

    CON saludos de la luna al
    reflejarse en el mar de la
    poesía...




    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE STAR WARS, CARROS DE FUEGO, MEMORIAS DE AFRICA , CHAPLIN MONOCULO NOMBRE DE LA ROSA, ALBATROS GLADIATOR, ACEBO CUMBRES BORRASCOSAS, ENEMIGO A LAS PUERTAS, CACHORRO, FANTASMA DE LA OPERA, BLADE RUUNER ,CHOCOLATE Y CREPUSCULO 1 Y2.

    José
    Ramón...

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  12. Contraindicado,
    Aunque no te lleves el Guiness en estos casos quedar 2º o 3º tampoco desmerece lo importante es participar...;) muchas veces.

    Gabriel, tú si que tienes espíritu olímpico... si señor así se hable y se actúa ;)

    José Ramón bienvenida sea el Aula de Paz y las Horas Rotas Un placer recibirte en nuestra casa...

    Besos azules a todos muackkkkkkkkks

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  13. El entrenamiento es básico para casi todo. Hay cosas que a la primera ya las haces bien.


    Un abrazo y mil gracias por visitar.

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  14. Si es que a veces es mejor no preguntar.. ¿y por qué no?
    ;)

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  15. Bienvenida al blog "Ducha de Sermones", El-la.

    El siguiente comentario lo iba a escribir en el blog donde participo como contestación a tu intervención, pero una vez visitado el tuyo, que me ha gustado, te lo dejo aquí mismo. Es una de las anécdotas vividas en tiempos ya muy pretéritos, pero que forman parte de mi memoria.

    Dado el terreno social que pisé en mis años de estudiante salmantino, donde la iglesia se hacía omnipresente en todos los órdenes de la vida de aquella época y acuciado por la necesidad de ganarme, en dinero o en especies, mi sustento diario tuve la oportunidad, por propia observación, de comprobar que, en ocasiones, no existe un lugar y momento más excitante y extrañamente erótico que un confesionario. Con cura y penitente (¿o tendríamos que decir penitenta?) incluidos.

    Te pinto el panorama: Primeros setenta (Franco aun estaba vivito y coleando), pueblito perdido de la sierra salmantina, cura joven, vigoroso, recién ordenado, destinado a la atención itinerante de varias pequeñas parroquias de la sierra charra. Yo, estudiante de filosofía, con carnet de conducir, hago de chófer del susodicho cura para que, sábados y domingos (como había hecho meses atrás con otro cura anciano), el nuevo cura atienda a la feligresía en los sacramentos elementales: misas, algún bautizo, alguna boda, alguna comunión y, como no, las consabidas confesiones.

    No guardo memoria concreta de si fue en La Sierpe u en otra pequeña pedanía cercana a Frades de La Sierra, pero en mis ratos de espera, después de recorrerme los interiores del templo, sacristía y otras dependencias cercanas, me sentaba en un banco mientras perdía la mirada entre retablos, santos de palo y el escaso paisanaje que allí se congregaba para confesarse y después oír misa. No tenía otra cosa mejor que hacer.

    Acudían al macizo confesionario de madera oscura, vetusto, barroco, con sus buenos dos o tres siglos a cuesta, discretamente situado debajo de la semipenumbra del púlpito, las cuatro viejas de siempre y ¡oh!, sorpresa, una mujer joven, de aspecto campesino pero de "buen ver", como castizamente suele decirse. Supe, porque esas cosas se saben enseguida aunque no quieras, que su marido hacía meses que se marchó a trabajar a Alemania, quedando ella en casa, con su madre y un crío pequeño.

    Se confesaron las cuatro viejas, cosa que no le llevó al cura más de diez minutos y la última, la mujer joven, accedió al lateral del confesionario para realizar la misma operación.

    Siempre que he visto gente esperando para confesarse me pregunto lo mismo: que cuáles serán los "tremendos" pecados que pesan sobre sus conciencias como para tener el sentimiento de haber "ofendido" a Dios, si es que éste existe y además si se le puede ofender. Si son mayores de edad, como en el caso de las beaturronas, no cabe en mi cabeza en qué consistirá la retahíla de sus enormes culpas que deslizarán en los oídos del cura para que, finalmente, éste diga las palabras mágicas que dejará sus almas totalmente inmaculadas para volver "a pecar" y volver a confesarse la semana siguiente, convirtiendo ese acto en un rito costumbrista más. El de la carne, que como todos sabemos en el más horrendo, lo veía poco probable, por la edad y por el resultado de la auto-represión ejercida durante años sobre sí mismas a consecuencia del condicionamiento educacional recibido. Pero, me preguntaba, ¿y la moza?, ¿que pesares de conciencia tendrá como para arrodillarse, por lo que veo, cada semana ante el confesionario buscando el auxilio espiritual del sacerdote?. ¿Excesivo puritanismo tal vez?, piensas, fruto también de una educación paternal religiosa obsesiva. Y estando en estos pensamientos caí en la cuenta de que a aquella joven mujer no la despachaba en dos minutos, como hizo con las viejas, habría transcurrido más de un cuarto de hora y allí seguía, de rodillas, con el rostro oculto entre las rejillas laterales de la máquina de perdonar pecados.

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  16. (sigue) Y pasó la media hora. Al fin se levantó y aunque emprendió el camino de rodeo del confesionario por detrás del púlpito, en la penumbra, en vez de acceder a la mejor iluminada nave central, para buscar un banco donde volver a caer de hinojos y taparse el rostro con las manos en aparente actitud de compunción, me dio tiempo de observar que su rostro estaba rojo como un tomate. La vergüenza del pecado, pensé. El extremo rubor que expresa el cuerpo ante la declaración del alma, desnuda ante Dios. En fin, me dije, una beata más, a pesar de su juventud y lozanía.

    Juan, que así se llamaba el cura, aun tardó un rato más en salir. Y no porque hubiese más penitentes, sino, colegí, porque estaría orando por las almas de las personas que han pasado buscando su auxilio espiritual por el confesionario... o algo así, pensé yo.

    Y por fin salió. Y, ¡coño!, su rostro también lo tenía del color de las amapolas. Pero... ¡Anda la leche, acabáramos!... enseguida me dí cuenta de qué había ocurrido en la media hora de intensa confesión con aquella joven campesina. De ahí lo asiduo de la presencia de aquella mujer, semana tras semana, acudiendo puntualmente al supuesto santo acto de la penitencia. Situación que se repetiría en las cinco o seis semanas siguientes, antes de la vacaciones de verano, que aun me tocó vivir en compañía del hormonado cura y de la cita fija, semanal, con las también desbocadas hormonas de la forzosamente "soltera" campesina.

    Te lo puedes imaginar "El-la". Y en el fondo el trasunto de la cuestión es lo más natural del mundo: Hombre joven, en pleno vigor de su naturaleza varonil se encuentra con chica joven, pletórica de fuerzas, casada hacía pocos meses cuyo marido está permanentemente ausente. Se produce el encuentro en la privacidad de un confesionario y de forma directa e inmediata se ponen a hablar de sexo. La única diferencia (y es mucho por la variantes de excitabilidad que impone) con los encuentros digamos "normales", es que él es cura (en teoría no puede tener sexo), ella está casada (en teoría tampoco puede tener sexo), pero la pobre chica haría lo imposible por desfogarse con lo que tenga a mano, o con la mano, y es lo que le cuenta al cura. A partir de aquí, y ateniéndome a la habilidad lingüística del joven clérigo (que la tenía), unido al carácter primario y de supeditación de la chica, entregada a la autoridad "espiritual" del mismo, los calentones que ambos se darían entre aquellas santas maderas serían de órdago. De hecho, una semana, tuve la santa osadía, simulando rezar en un reclinatorio móvil que acerqué con disimulo por detrás del cajón lavapecados, de poder enterarme en qué consistía la "confesión" de aquella penitente a instancias de su confesor.

    Pero eso es harina de otro costal y esto se está haciendo ya excesivamente largo. Mis erecciones de entonces, intra-muros, dan fe.

    Un saludo El-la, y gracias por visitarme. Si tienes tiempo y humor échale un vistazo a mi blog:

    http://alfonso-lanavajadeockham.blogspot.com/

    En la sección "Recuerdos" describo, en algunas entradas, algunas anécdotas de mi despertar a la sexualidad. Puede que la serie de 4 capítulos "El Cine de los Salesianos" te llegue a gustar. Ya me dirás.

    Un abrazo.

    Alfonso

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  17. Hola Andri,
    Ciertas cosas salen a la primera, efectivamente... aunque la perseverancia ayuda mucho!

    Sergio, mejor no preguntar pero y el placer de esperar la respuesta, de a ver por donde sale este? Ay me pierde!

    Un beso a los dos

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  18. Gracias Alfonso por venir a responder aquí.
    Creo que con estos el refrán bueno es:"piensa el ladrón que todos son de su condición"
    No he vuelto a encontrar problemas de este tipo... ningún confesor se ha atrevido a volver a preguntarme tamaño disparate que por lo que leo es-era bastante habitual. Una pena y una vergüenza. Supongo que hoy las cosas habrán cambiado un poco por lo menos. ESo espero!

    Voy a pasar por tu otro blog.
    Un beso Alfonso

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  19. También está bien practicar, entrenar, probar....hasta que se da con la tecla!! :) Y con una chica tan espectacular como la de la foto mejor!! ;)

    Un beso!!

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  20. Gybby, Gybby. Gybby... ah te gusta esta mujer? Como a la mayoría de los internautas ... es la imagen que más visitas tiene de mi blog....

    Parece que los hombres habéis estado todos de acuerdo y no os importa el largo y duro entrenamiento... ;)

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