jueves, 17 de abril de 2014

Incoherencias y contrastes.

Me desperté con la repentina y extraña belleza de esta tormenta de nieve.
Estaba haciendo lo que a ti te gustaría: cazar auroras boreales, saborear tormentas de nieve, quemar la suela de mis botas con la lava aún caliente.
Acaba de asistir en directo al nacimiento de la roca más joven del mundo. La lava se solidificó a mis pies. Me abrasé los guantes recogiendo un guijarro; él más joven de este universo. 
Yo, que sería tan feliz entre las cuatro paredes de mi estudio rodeada de libros, echada a los caminos, a recorrer este espacio exterior y salvaje que, naturalmente, es el tuyo. Y tú encerrado con tus máquinas... Incoherencias. Contrastes.
Me desperté entre la extraña belleza de esta tormenta de nieve en la tierra de los hielos, la última tierra del norte y en honor a ti hice parar al chófer y en mangas de camisa salí a degustar la extraña y punzante belleza de esta repentina tormenta de nieve. Salí 10 segundos. Los conté.

miércoles, 2 de abril de 2014

Declaraciones y desperfectos.

La primera declaración que recibí fue en clase, en un 2º de BUP, apenas 15 años y un mozalbete me intercepta con un: "me gustas; quiero salir contigo". Supongo que dije que no. No lo recuerdo. Sé que me quedé perpleja y boquiabierta al recibir está proposición inesperada y desde luego no buscada. Sé que no hubo un "lo siento pero yo no ..." Sé que no hubo una excusa ni siquiera banal, ni una frase amable. Con el tiempo he mejorado esto. A los 15 años yo ni siquiera era persona. Era una lectora empedernida que escribía a ratos en clase una novela: La ciénaga. Una mezcla de novela gótica con ciencia ficción. Un bodrio. Hubiera podido respondérle que  mi príncipe azul no era de este mundo, que tendría que ser una mezcla de robot y alienígena para gustarme. 

La última declaración ha sido hace un par de meses. Son de esas cosas que no voy a contar a nadie porque suenan a fantasiosas. Era una reunión de esas de viejos alumnos. Mi compañero de pupitre de aquel 2º de BUP. El que me daba con el codo para que dejase de escribir "..que te llaman al encerado!" y unas canastas y unas risas en el patio también. Un ángel de la guarda. Sí. En clase de Educación Física llevaba los pantalones más cortos y dando una voltereta nos enseñó en una tarde de invierno toda su anatomía masculina. La primera que veía yo. Un enigma resuelto pensé. 
No le había vuelto a ver desde entonces. En la post-cena con unos cuantos gin-tonics encima me atreví a hacer una broma con sus pantaloncitos de gimnasia. Estábamos a carcajada limpia cuando se me acerca a la oreja y me confiesa un "es que me ponías como un burro... Estaba coladito por tí" Ahora resuelvo mejor estas cosas. "Mira que eres tontito, no bebas más, anda!" y un manotazo.
Podría ser una mujer complicada y pasarme horas analizando que si sí o si no, que si estaba borracho, que si el tiempo exagera las cosas ... Pero no voy a hacerlo. Esto es gratis. No moverá ninguna agua. Eso sí, he abierto mi pequeño diario interior: "Cosas que me hacen un poco más feliz" y en la D de Declaraciones he marcado otra cruz más. 
No está mal para la chica de raya al lado en el peor 2º de BUP de la historia. 
Mi ego se disparó y durante unos días fui por ahí esquivando hombres no fuese a ser que se me declarasen a diestro y a siniestro. Totalmente en serio. Fue como una gripe.

Y para ti, campeón, para que te tomes un descanso en las largas tardes una canción y un beso.