Aunque mi piel es blanca, a la fuerza, porque no puede ver el sol, me declaro azul. Soy un bicho raro tan raro como una mujer azul. Las chicas de mis fotos son como yo: un poco excesivas. En algunas he sido yo.
Me gustan los coches rápidos, la ropa diferente y la comida gratis.
He controlado todo lo que se podía controlar en mi vida, de hecho ese es mi trabajo: controlar. Pero no he podido por más de unos pocos minutos controlar lo que siento por él. Me digo que le amo a intervalos... pero hay una parte de esa frase que no es verdad.
Le encontré una tarde de verano al salir del agua: yo iba de azul y él de azul también. Comía una manzana sin prisa. Su mano apoyada en el marco, su brazo estirado, descansando perpendicular a la pared. Me miró, agrandó los ojos y me miró. Yo le miré y bajé la mirada. La primera vez que bajaba la cabeza ante un chico. Le deseé ahí esa primera vez, con intensidad, la primera vez que sentía ese latigazo instantáneo atravesando mi cuerpo.
Me gusta que sea hombre.
Me ha cuidado y mimado durante unos años, como nadie. Ahora intento mimarle yo.
Durante mucho tiempo fue sólo él. No había nadie más en el mundo. Mi deseo se hizo monotemático: sólo sus brazos, sólo sus caricias, sólo sus ojos... Después le llamé Su Señoría y más tarde, jugando con su nombre le puse el mote de FX: follador xusticieiro. Es una broma que le aplico. No protesta porque le llame así.
Le sorprendí un día temblando para él. El me sorprendió a mí exhibiéndose. Le gusta verme suspirar por él...
A veces le digo que le quiero. A veces me olvido. Pero sólo con verle de lejos esta tarde he tenido que venir a recorrerme mi cuerpo de arriba a abajo...