jueves, 31 de octubre de 2013

El RAE

Mi primer RAE fue una versión rústica que me acompaño en tardes de deberes, tirada en la alfombra,  intentando descifrar la complicada, por  entonces, ortografía española. Me dormía, inevitablemente, agotada con modismos y refranes incomprensibles. Me despertaba con el diccionario clavado en la cara o en el pecho.
Este mi nuevo RAE es más lujoso, una versión acartonada. Tiene la medida justa que separa mis pies de puntillas y tu boca. Subida en él podría besarte aunque no quisieses.
Me acordé de él hoy... cuando al despertar me lo encontré clavado en la ingle justo al lado de mi mano.