No entendía lo que decías. No oía tus palabras. Pensaba en cómo hacías para estar tan guapo, sentado en el borde hablando de cosas que no me interesaban, con tu cadera hacia delante... tus piernas abiertas, abierto tú.
Quería que dejases de hablar.
Quería que probases mis besos, y no sólo esos, quería que probases también mis besos de whisky: besos con cojín y con palabras: “cierra los ojos, no te muevas”.
Me interrogabas con los ojos: que qué pensaba hacer...pero lo intuías. Sabías lo que deseaba. Sabía lo que deseabas.
Notar la forma de mi boca con cada movimiento y vaciar el vaso de un solo trago y un beso impregnado todavía con tu sabor y con él del licor. Y besarte, besarte, besarte...
¿No te gusta el whisky?
¿O te mueres por mis besos de whisky?
Qué mala idea con el cojín, aunque se resolvió de manera distinta el asunto...
ResponderEliminar!!Hola El-la!!
ResponderEliminarYa lo decia mi madrina,pon un cojin en tu vida hija,no veas las satisfacciones q te dara.
Buen relato guapisima.
Au revoir cherie
Por cierto,se me olvidaba comentarte.
ResponderEliminar!!Enhorabuena por esa foto ,es sublime!! ;)
Así cualquiera acaba lanzándose en brazos del alcoholismo. ;o)
ResponderEliminar¡Buen relato! Buen uso del cojín como pretexto.
Un abrazo.
Me gustó el deseo que envuelve tu texto y me gusta como involucras al lector en tu historia, regresé y a leer nuevamente tus entradas, besos
ResponderEliminarEs que hay que echarle cojines a la vida...Magnifico relato, El-la, esa combinacion de erotismo y ternura,con unas dosis de poesia, el bidon de gasolina y la cerilla. Un placer visitarte, como siempre.
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ResponderEliminarEl milagro del cojín.
ResponderEliminarMás whisky...
Saludos.
Tengo que probar esa mezcla.
ResponderEliminarEl cojín, imprescindible. Una curiosidad ¿el peinado acabó bien?
Ves, por eso perdió el Barsa, por no dejarle prestar la atención debida.
ResponderEliminarYa, es que nunca terminamos de saber nuestros gustitos :)
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ResponderEliminarTengo que comprar más cojines. Un saludo.
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